La vida que llevamos en la actualidad, especialmente en las grandes ciudades se caracteriza por una ausencia de paciencia. Esto no quiere decir que no esperemos, porque la realidad es que nos pasamos el día esperando, pero cada vez lo hacemos con menos paciencia.
El atasco, la cola en la caja en la gran superficie, o cualquier circunstancia en el trabajo, “esto tiene que estar para ayer” nos ponen a todos impacientes y esto nos impide disfrutar de la espera y hacerlo adecuadamente.
¿Y qué es lo que ha cambiado? No creo que sea la forma de vida, sino los valores que tenemos, los que nos impiden tener paciencia.
En el mundo occidental llevamos casi dos mil años educados sobre los modelos de la ética cristiana, cuyo mayor exponente es: Si eres bueno durante toda la vida, si tienes paciencia y te portas bien durante todo el tiempo, conseguirás el más preciado de los bienes: el paraíso. Es decir, si cuando tienes 8 años, te dicen que no des patadas al balón con tus zapatos nuevos, cuando tengas 80 años y te mueras iras al cielo. ¿Hay ejercicio mayor de paciencia?
Sin embargo, ahora, la educación que damos a nuestros pequeños se ha alejado un poco de estos ideales. Si tienes 8 años, y zapatos nuevos y no los rompes mucho, o incluso si pides perdón por haberlos roto: te compro otros, te llevo al “Burriquin”, donde te van a dar un juguete aunque no te comas ni las patatas ni la hamburguesa, y con suerte si esta dentro de un Centro Comercial en promoción te darán un globo y compraremos un montón de “chuches”.
Cuando este ser, este trabajando y tenga cierta responsabilidad y pida a un colaborador un informe, no entenderá que tarde una hora en hacérselo. Seguro que dice: ¡Se me esta agotando la paciencia! Y todos nos sorprenderemos.
El atasco, la cola en la caja en la gran superficie, o cualquier circunstancia en el trabajo, “esto tiene que estar para ayer” nos ponen a todos impacientes y esto nos impide disfrutar de la espera y hacerlo adecuadamente.
¿Y qué es lo que ha cambiado? No creo que sea la forma de vida, sino los valores que tenemos, los que nos impiden tener paciencia.
En el mundo occidental llevamos casi dos mil años educados sobre los modelos de la ética cristiana, cuyo mayor exponente es: Si eres bueno durante toda la vida, si tienes paciencia y te portas bien durante todo el tiempo, conseguirás el más preciado de los bienes: el paraíso. Es decir, si cuando tienes 8 años, te dicen que no des patadas al balón con tus zapatos nuevos, cuando tengas 80 años y te mueras iras al cielo. ¿Hay ejercicio mayor de paciencia?
Sin embargo, ahora, la educación que damos a nuestros pequeños se ha alejado un poco de estos ideales. Si tienes 8 años, y zapatos nuevos y no los rompes mucho, o incluso si pides perdón por haberlos roto: te compro otros, te llevo al “Burriquin”, donde te van a dar un juguete aunque no te comas ni las patatas ni la hamburguesa, y con suerte si esta dentro de un Centro Comercial en promoción te darán un globo y compraremos un montón de “chuches”.
Cuando este ser, este trabajando y tenga cierta responsabilidad y pida a un colaborador un informe, no entenderá que tarde una hora en hacérselo. Seguro que dice: ¡Se me esta agotando la paciencia! Y todos nos sorprenderemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario