Escuchando se entiende la gente

Muchísimas veces hemos oído el aforismo “hablando se entiende la gente”, y lo damos por bueno. Si bien es cierto que la comunicación es la mayor herramienta que tiene el ser humano, tanto en la vida personal como profesional y por supuesto en todas las etapas del aprendizaje, creo que no es exacto del todo juntar el verbo hablar con el verbo entender.

Un ejemplo claro para representar esto son los diálogos que se producen en los Parlamentos, y especialmente en el español. Los líderes de los principales partidos políticos de España, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy no paran de hablar cuando tienen el turno de palabra y sin embargo, todos somos conscientes de que no se entienden.

Cuando uno va a hablar lleva claro su discurso, y difícilmente lo va a cambiar, generalmente estos discursos tienen el único y vanidoso objetivo de mejorar la autoestima del que habla, y nunca van enfocados a la búsqueda de entendimiento.

Lo mismo pasa en otros los ámbitos de la vida, cuantas reuniones de trabajo tienen el único objetivo de que los que van hablen, aunque no aporten ningún valor y fuera mucho más útil que se callasen.

Y en la familia o pareja, las discusiones siempre sacan esos discursos que hemos ido preparando día tras día como gotas que van colmando un vaso lleno y no nos paramos a escuchar.

Adjunto un link en otro blog que refuerza mi cambio en el dicho:

Evidentemente el ejemplo que me ha llevado a esta conclusión es el del discurso comercial. La denostada imagen del comercial, es la imagen del charlatán de feria que no para de soltar su verborrea. Y por supuesto, gran parte de la formación enfocada a comerciales trabaja la escucha. Cuando todos los que estamos en esta profesión sabemos , que el mejor comercial es que mejor escucha activa hace.

Por ello, propongo que cambiemos el aforismo por “escuchando se entiende la gente”.